
Hola,Soy Lolo Vlem. Cocinero, escritor y alguien que cree —profundamente— que la cocina es el lugar donde el vínculo humano encuentra su forma más honesta.
Cada domingo escribo esta carta para recordar que lo que compartimos alrededor del fuego deja memoria, identidad y ternura.
Hay lugares donde la memoria se queda a vivir. Ferrowhite es uno de ellos. Es un museo que respira como si fuera un cuerpo, guardando el olor del hierro y la sal, y conservando las historias obreras como quien protege un fuego que no debe apagarse.
Este año tuve el inmenso honor de ser convocado a cocinar en la última edición anual de Antropocena, el ciclo donde Ferrowhite transforma el museo en un espacio vivo, donde la cultura se piensa, se discute y se comparte alrededor de una mesa.
La pregunta que guio esa noche fue, a la vez, simple y enorme: ¿Qué nos esperanza?.
En tiempos tan complejos, donde la velocidad amenaza con borrarnos la huella, sentí que la única respuesta honesta que podíamos dar desde la cocina era profunda: "Arraigarnos a nuestra esencia, a nuestra historia, a lo que construyó y construye nuestra identidad".
La cocina es paciente. Tiene esa terquedad de la tierra. Por eso, el menú que propuse para esa mesa larga no buscó sorprender desde lo exótico, sino desde lo verdadero; no pretendió deslumbrar, sino recordar. Porque la esperanza, a veces, empieza por volver a nuestras raíces.
En ese espacio, los menús no se escriben primero: se escuchan. Se escuchan en el viento que llega del muelle, en las paredes que hablan, en el puerto que late, en esa historia obrera que vive en cada rincón. Las recetas que compartimos nacieron del territorio, de la memoria popular, de la necesidad de pensar juntos qué significa alimentarnos —cultural, ambiental y espiritualmente— en este tiempo.
Me entusiasma que la cocina deje de ser un acto doméstico para convertirse en lenguaje. Cocinar en Ferrowhite fue sumar un gesto pequeño a una reflexión enorme sobre la comunidad, el futuro y la pertenencia. Fue prender un fuego para preguntarnos, entre todos, hacia dónde queremos caminar como ciudad.
Esa noche fue la última cena del año de ese ciclo, y me conmueve que me convocaran a cerrar un encuentro donde arte, pensamiento y alimento se encuentran como si hubieran estado esperando este momento desde siempre.
Si esta carta te encuentra, ojalá te regale una pausa, un respiro entre tanta prisa. Y si querés seguir sentándote conmigo en esta mesa, te invito a visitar mi casa digital: www.lolovlem.com
Allí comparto mis textos, mis fuegos y mis caminos, con la misma idea de siempre: que cocinar sigue siendo la forma más humana de estar juntos.
Un abrazo grande,
Lolo