Crecí entre las polleras de mis abuelas y las manos de Las Mirtas. Nadie me enseñó con recetas escritas: aprendí mirando ollas humeantes que parecían hablar y fuegos que guardaban secretos. En sexto grado me dieron a elegir: carpintería o cocina. Elegí la cocina y nunca más me aparté de ese camino. Después llegaron los libros, los aciertos y los tropiezos, las mesas compartidas que me fueron formando. Hoy soy cocinero y periodista. Escribo porque creo que cada plato, como cada palabra, es memoria, amor y resistencia. Creo en una cocina que se enciende con memoria, pero también con fe: en Dios, en las personas y en la mesa compartida. Si alguna vez tuviste uno de mis libros en tus manos, si alguna vez leíste una página mía o probaste un plato que cociné, ya sos parte de esta historia. Bienvenidos. Pasen, siéntense, la mesa ya está servida.